Bien empezamos el día... - Diario 18

No es ni la 1 de la tarde y ya estoy deseando que se acabe el día.
A las 8 y 20 de la mañana me despertó mi monitor de la autoescuela, que si tenía tiempo para hacer prácticas hoy. Lo primero, las prácticas tienen que avisarse con más antelación. No puedo organizar mi día de acuerdo a una práctica que no sé si voy a tener, así que le dije que no. Van dos días que me llama a última hora para rascarme las horas de prácticas. Las dos veces le dije que no. Y lo segundo: salvo que alguien esté muriendo irremediablemente, NO SE LLAMA A LAS PERSONAS A LAS 8 DE LA MAÑANA!
Me iba a despertar a las 9 y cuarto para ir a la clase de las 10 y media, así tendría tiempo de hacer lo de “cinco minutos más” sin luego agobiarme por llegar tarde. Es una asignatura que ya llevo un poco cogida por los pelos, y hoy tenía que hacer un pequeño comentario oral sobre unos fragmentos pequeños de La Regenta. No hacerlo posiblemente me mandase a hacer el examen directamente, hacerlo todavía me mantiene con la opción de “haces un buen trabajo, no te hago examen”.
Sonó el despertador a la hora que tenía que ser, y tras bastante tiempo despertando y durmiendo, dando vueltas y así, pensé “hace mucho que no suena el despertador... pero qué hora es?”. Las 10 y cinco. Me vestí corriendo, cogiendo en serio lo primero que encontré por la habitación, y bajé a la parada del autobús sin desayunar. Llegué a clase justo cuando el profesor anterior salía del aula.
La profesora con la que tenía clase nos había dicho que no profundizásemos mucho, únicamente para estar hablando unos 3 ó 4 minutos, para así poder hacerlo todo en una clase. Y es que esta profesora, como llevo diciendo desde que empezó el curso, no nos manda trabajar a nosotros para no tener que trabajar ella. Todas las clases que tenemos con ella son de 2 horas, y siempre nos deja salir una media hora antes de que acaben o más.
Bueno, pues hoy debía estar inspirada. No solo la gente hablaba de 15 en 15 minutos, sino que ella les daba tema de conversación. Faltó gente que tenía que exponer en clase (unos 4), y aún así no me dio tiempo a hacer mi trabajo.
Uno de los malosos de clase, que siempre llega tarde, y se escaquea y tal, para poder salir el jueves a gusto y faltar el viernes (cuando es la próxima clase y cuando le tocaría exponer a él), cuando la profesora dijo a las 12 y 10 “venga, lo dejamos aquí”, le pidió por favor exponer su pare. “No vaya a ser que el viernes me pase algo...”. La profesora accedió. Creí que como mucho estaría de charla 10 minutos. Pero el tío no solo se había buscado una bibliografía de la que sacar más datos de los que debería, sino que hizo mal casi toda su exposición, en cuanto a contenido. Así que, además de los 15 minutos que estuvo equivocando a narrador con autor y con personajes, luego la profesora estuvo otro rato explicándole qué estaba mal.
Conclusión: salimos de clase a las 12,40, cuando a las 12,30 empezaba a en mi Facultad una conferencia a la que quería ir: traducción simultánea. Por supuesto, no llegué a tiempo para entrar, ya habían cerrado las puertas.

Así que ahora no solo tengo hambre por no haber desayunado, sino también sueño (que podría no tener de haber sabido que esta clase iba a ser inútil y desesperante y haberme quedado durmiendo), he tenido que perderme la única conferencia que me interesa que dan desde que estoy en la carrera, y un cabreo que no me sale de encima. Por lo menos en el aula de ordenadores tenemos Internet, cosa que el otro día no funcionaba.


Seguiré un rato por aquí, echando humo por las orejas.


Tengo que añadir que algún listo le puso de idioma por defecto a los ordenadores públicos el gallego (a miña computadora, os meus documentos, ligazón, separadores -en vez de pestañas del Firefox-, etc etc etc) y parece un ordenador en chino. También estaba cambiando el idioma del traductor automático del Word/Open Office Writer en el que escribí el texto, y el muy cabrón no quería cambiarse.
Juro que hoy le prendo fuego a algo.