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22 de julio de 2013

Segundo plan chafado

Basta que diga que tengo planes que van a salir adelante para que se me vuelvan a chafar.
Después de la plantada de Hobbycon, el curso de ELE salió bien (mejor de lo que esperaba), y luego, se me chafó el Mercado Medieval.
El domingo por la noche llegué a Coruña, y pasé la semana allí haciendo el curso. De 9 de la mañana a 2 de la tarde teníamos curso, y nos moríamos de calor. Nos pusieron en el segundo piso, justo bajo el tejado, cercados por el monte de manera que no corría ni una brisa... y nos asamos. Se concentraba el calor y no había manera de refrescar aquel sitio.
Entre el calor, el comer como un estudiante muy, muy cutre, el miércoles me acosté un poco rara, el jueves me desperté con la garganta hinchadísima y sin voz, y durante la tarde debí tener fiebre. El viernes fui a clase con la maleta y completamente dolorida, pasé las horas derrotada, agonizante encima de la mesa y ausente. A las 11 y pico, cuando hicimos el descanso fui yendo a la estación de autobuses para volver a casa y supe que tenía fiebre. No mucha, pero lo suficiente como para sufrir en el autobús y desear llegar a casa.
Cuando llegó el autobús, el mercado estaba todo montado. A mí aún me quedaría comer, montar mi puesto y luego poner los amigurumis, y dije que mejor esperábamos a otro día. Comí tranquilamente, me tiré en el sofá con un vaso de ibuprofeno, y el termómetro decía que tenía décimas.
A lo largo de la tarde del viernes salí a dar un par de paseos por el mercado, casi más motivados por el remordimiento de conciencia de estar en casa y no en la calle en vez de las ganas de bajar. Por la noche ya me encontraba bien, sin fiebre, pero con la garganta tocada.
Si tengo que destacar algo de este mercado, además de la cantidad de gente que hubo y de lo bien que lo pasé en general, fue el domingo por la noche y el grupo de música de vikingos (no escribo el nombre por miedo a que se encuentren en un buscador, además de porque es complicado de escribir y tengo miedo a cagarla). El grupo de música era demasiado estético para ser verdad. Iban demasiado bien vestidos, demasiado acondicionados, y llevaban fiesta por donde iban. Me harté a hacerles fotos (y me quedaron un par de ellas pendientes) y de escucharlos tocar. Y tras tantas horas, yo estaba con la mosca bajo la oreja porque me daba la impresión de que uno de ellos siempre me pillaba cuando quería sacarles fotos. Y a mí, que soy fotógrafa de paisajes y de flores, me cuesta hacer un retrato. Los que más me gustan son los espontáneos y no me gusta que me miren, por eso cada vez que fotografío gente aparece normalmente de espaldas o de lado. Y este chaval, en más de una foto, aparece mirando al objetivo. No le di muchas vueltas (podía ser que a pesar de todo no estuviesen acostumbrados a los fotógrafos acosadores) y seguí a lo mío, hasta el domingo por la noche.
El sábado volví a despertarme sin voz (Gerardo por el Skype se reía comparándome con El Padrino o Blas) y sin ganas de montar puesto. Y decidí que disfrutaría el mercado como público y como fotógrafa, y que este año, aunque me daba mucha pena, no montaría puesto. Y así hice. Se me chafaron los planes por segunda vez en lo que va de verano, pero por lo menos disfruté del fin de semana. No me dio mucha pena porque esta vez no me echaron ni me habían prometido nada. Me puse mala y no tenía cuerpo para aguantar en un puesto el fin de semana. Además, me encontré con un par de la asociación y me preguntaron solamente “pero no ibas a montar?” y me dieron la razón: si no estaba cómoda, que no montase nada.
El sábado aproveché para pasear hasta que me dolieron los pies, y para desquitarme de lo que me pasó hace un par de años y comer un helado en condiciones. Volvió el tío de los helados artesanos, y esta vez no se me escapó. A media tarde del sábado, para merendar, fui a buscar uno. Mientras daba vueltas comiéndolo, me encontré con mi padre, y nos fuimos a dar vueltas los dos. Y al poco, nos encontramos con mis dos tíos de Coruña y sus hijos. Y los acompañamos, ya puestos. Entre que estuvimos dando vueltas, que fuimos al parque infantil porque tenían allí juegos, luego fuimos a cenar, y tal, acabé volviendo casi a las 2 a mi casa. Y yo había salido a por un helado.
El domingo fue uno de los mejores finales de mercado medieval que he tenido. Por la mañana fui a Cee a comprar fruta, y volví cargadísima. Y aunque en principio no iba a salir nada, cuando escuché al grupo de vikingos que estaban tocando y recordé que no había conseguido fotos chulas de ellos, salí corriendo de casa (literalmente) y eché un par de carreras para conseguir las fotos que quería. Y cuando me refiero a carreras, me refiero a salir de casa con la cámara en la mano, sin funda ni nada, y echar a correr a la Plazoleta. Sacar fotos por allí, y al ver que iban hacia la cuesta del parque, bajar por la cuesta de mi casa, subir la cuesta y encontrármelos empezando a bajarla. Y para cuando me volvieron a pasar, acabar de subir corriendo la cuesta, bajar por el Dados y encontrármelos delante del Pazo de nuevo. Un par de carreras que me dieron el retrato que hice que más me gusta de todos, y alguna que otra foto buena del dragón y de algún otro músico. No conseguí todas las fotos que quería, pero me llevé otras muy chulas a cambio. Salí a dar otra vuelta con mi padre antes de comer y volví a salir por la tarde para otro helado.
La tarde en sí estuvo algo parada. Lo bueno vino por la noche. Aproveché la tarde para sacar algunas fotos más, a pensar en si quería hacer alguna compra que no fuese comida (iba a hacerme una trenza de cuero en el pelo pero pensé que era mejor un bolso xD) y a dar un par de vueltas más. A las 12 me despedí de Gerardo, que se iba a dormir, y coincidió con que empezó lo grande.
Silvia había llegado de Suiza el día anterior, y después de descansar de las casi 24 horas de coche y tal, se vino al mercado. Quedamos en encontrarnos, y como mis indicaciones son muy precisas, tardamos un poco. Mientras esperaba a que me localizasen, al lado del edificio donde los grupos de música y teatro se cambiaban y tal, no me di cuenta de que había varios del grupo de los vikingos sentados en la acera. Estaba esperando y veía cómo me miraba el vikingo que había pillado mirando al objetivo durante el fin de semana. Y yo esquivándolo. Hasta que se levantó y vino a hablar conmigo.
Era más que obvio que me había reconocido a lo largo del mercado sacándoles fotos, entre otras cosas. Me preguntó qué tal las fotos y me dijo que “normalmente” invitan a quien les saca muchas fotos a sacarse una foto con ellos. Me sonó a mentira, más bien a “necesito una excusa para hablar contigo”, y bueno, como no tenía la cámara, tampoco me saqué ninguna foto (aunque se ofreció a sacarla con su móvil...). Pero dio pie a que siguiéramos hablando, que si fotografía, que qué tal en el mercado, agréganos en Facebook, ahora te tiro un poco la caña, yo me hago la loca y esas cosas. Hasta que llegó Silvia, me despedí brevemente (contaba con volver a encontrármelo más tarde) y me fui con ella. Dimos un par de vueltas y terminamos en una terraza de una tasca con un par de amigos. Durante largo rato xD
A los vikingos les dio tiempo a volver a tocar, a terminar, a cambiarse y a ponerse a cenar detrás de nosotros. Cuando nos levantamos intenté despedirme de él (mi intención era irme para casa, que eran cerca de las 2 de la mañana), pero no me hizo caso y me quedé con la espinita de ser un poco más educada xD
Silvia y su novio se fueron, y yo pasé por la tasca de mi hermano a saludar, y aprovechar que estaba allí mi padre. Pero me absorbieron. Cuando me di cuenta, estaba hablando con gente que me estaba diciendo que habían echado de menos mi puesto este año, que les diese una tarjeta para poder contactar conmigo igualmente, y nos liamos a hablar de otras cosas. Creo que es cuando se dice “yo iba a saludar y me liaron”. Bueno, el lío llegó hasta las 4 de la mañana, hablando de literatura, series y cosas similares como el esquí. Nos fuimos cuando mi hermano cerró la tasca, recogió todo, y al llegar a casa dijo “me falta algo por recoger en el puesto... mi hermana!” y vino a buscarme.

Me fui a dormir nada más llegar a casa, aunque estaba completamente despejada. Pero al día siguiente tenía que despertarme temprano, porque empezaba a trabajar... dando clase... pero eso lo contaré otro día, cuando hayan pasado más cosas.

Me quedo con que el mercado medieval, aun a no ser nada de lo que esperaba, lo pasé en grande, tanto en grupo, como sola, como con desconocidos o como con la cámara. Y no todos los mercados pueden decir lo mismo.

Las fotos se pueden ver en este álbum público de facebook: XIII Mercado Medieval, aunque me faltan unas pocas que editar y añadir.

5 días para que Gerardo aterrice en Galicia :D

1 comentario:

Isi G. dijo...

Bueno, al menos te divertiste a pesar de todo. Hiciste bien, seguro que si hubieses montado hubieses sufrido con el malestar.

¡No queda nada ya para tenerlo ahí! :P

¡Besos!